
El golpe contra Abinader
Los dominicanos no nos acostumbramos a la institucionalidad. Desde el golpe de estado al profesor Juan Bosch en 1963, hemos vivido con relativa estabilidad política, los militares y policías han sido parte esencial de la misma; sin embargo, cada vez que ocurren acontecimientos que parecen extraordinarios, no falta un alarmista que comience cantos de sirenas que apunten a trama, golpes y complot. Esta vez esas ilusiones aparecen como resultado del sometimiento y encarcelación de un Mayor General activo del Ejercito Dominicano, imputado en el caso denominado “Coral”. Varios medios de comunicación, comentaristas independientes y redes sociales han asociado su arresto a las más diversas teorías conspirativas.
- Letreros encontrados en varios lugares que rezan: “los militares se respetan”.
- Personas atrapadas en el teleférico de Puerto Plata por desperfecto de una polea.
- Un apagón en el Aeropuerto Internacional de Las Américas.
- Una falsa alarma de bomba en el Aeropuerto Internacional del Cibao, Santiago.
- La detención de un Teniente y un Raso de la Fuerza Aérea, quienes supuestamente atentarían contra la vida de la Procuradora Yeni Berenice y un Coronel de su seguridad personal.
No hay manera de conectar este acontecimiento con los hechos enumerados fuera Hollywood, pero lo hicieron y azuzan esa idea intentando convencer al presidente de que miembros activos y retirados le quieren derrocar y que debe hacer una pulga en las filas militares y policiales.
Es difícil tener idea de lo que cuesta una carrera militar o policial en un país como Republica Dominicana, a menos que se forme parte de ella. El estado invierte cuantiosos recursos para formar a hombres y mujeres dentro y fuera de las fronteras, luego cualquiera lo juzga alegremente, sin tomar en cuenta que aunque no lo parezca, arriesgan sus vidas desde que amanecen hasta que se acuestan en favor de la patria.
Eso no significa que todos sean buenos, pues los malos son el termómetro que permiten apreciar a aquellos que no lo son, pero el país debe seguir a pesar de todo y Luis Abinader debe hacer oído sordo a tan descabelladas ideas y continuar trabajando por la mejoría de todos, en especial de los más necesitados.
Juan Fructuoso.